Se dice que la valuación de una startup es más arte que ciencia, sobre todo en etapas tempranas cuando muchas veces el proyecto es sólo una idea.
Para valuar una startup en etapa SEED o PRE-SEED no se utilizan los métodos tradicionales que aplican para aquellas que se encuentran en fase de crecimiento o Serie A como ser el Discounted Cash Flow o Flujo de Fondos descontados (DCF por sus siglas en inglés) o múltiplo de EBITDA (en inglés, Earnings Before Interest Taxes Depreciation Amortization).
El DCF es un instrumento financiero para determinar el valor razonable de una empresa y se establece evaluando los flujos financieros futuros. Permite evaluar en el presente los ingresos potenciales que una empresa puede generar en el mediano plazo.
En cuanto a la valoración por múltiplos de EBITDA consiste en determinar el precio de una empresa en base a su beneficio operativo; es decir, su beneficio antes de amortizaciones, intereses e impuestos. Una vez calculado este ratio, se le aplicará un múltiplo; que variará en función del sector, de lo que se haya pagado en operaciones similares, entre otros factores. La esencia de este procedimiento está en cuantificar el precio de un negocio en función del de otras empresas comparables.
¿Existe una fórmula estándar para valuar la startup?
Definitivamente no se limita a un cálculo matemático, sino que depende de diversos factores. Repasemos cuáles son:
– Equipo: experiencia y complementariedad. Este es uno de los puntos subjetivos del negocio. Lo que se mide en esta instancia es la aptitud (formación académica, experiencia en el sector en que la startup está tratando de resolver un problema) y la actitud (el mindset emprendedor). En este sentido es clave demostrar un track record emprendiendo, fallando y volviendo a intentarlo. Se trata de mostrar con hechos capacidades de resiliencia, perseverancia y visión del negocio.
– Sector y/o industria. Una variable es incluir estadísticas y métricas concretas de informes del sector provenientes de fuentes validadas que reflejen la proyección y el crecimiento de la industria en la que operará la startup.
– Potencial de crecimiento y competencia del mercado: tamaño de la oportunidad. La mejor forma de demostrar su tamaño es cuantificando. Para esto, son útiles las estadísticas demográficas, censos, entre otros estudios e informes, que permiten estimar la cantidad total de personas que encajan dentro del perfil del potencial consumidor. En este punto, recomendamos considerar la métrica TAM SAM SOM.
–Benchmark de levantamientos de startups similares en la región. Mencionar las últimas transacciones en la industria y en proyectos similares puede contribuir a demostrar el interés en las soluciones que captan la atención de inversores.
Otra variable a considerar cuando la startup se encuentra en etapa temprana es cuánto dinero necesita para llevar el proyecto al siguiente hito o fase de desarrollo. Lo importante en esta primera instancia es evitar presentar valoraciones extremadamente optimistas y diluirse excesivamente en fases iniciales. El foco tiene que estar en mostrar con claridad cómo se planean invertir los fondos.
Otro punto es que las valuaciones también se encuentran afectadas por la situación del mercado. Esto quiere decir que las crisis económicas, financieras y/o políticas afectan en mayor o menor medida la dinámica de las inversiones impactando directamente en las valoraciones de las startups.
Por último, si bien le corresponde al emprendedor desarrollar un proceso para valorar la empresa y al inversor desarrollar su propio modelo de análisis, la valuación y número final a levantar en la ronda de inversión; en la mayoría de los casos se define en la mesa de negociación con el inversor, quien en definitiva es el encargado de ponderar los criterios mencionados anteriormente.